domingo, 9 de agosto de 2015

Clos de Tres Cantos, Casa vinícola en Baja California

Los arquitectos Alejandro D´Acosta y Claudia Turrent están estrechamente relacionados con la ruta del vino en la península de Baja California (México). El hermano de Alejandro, Hugo D´Acosta es, además, uno de los enólogos más reconocidos de la zona. El trabajo de ambos, cada quien en su ramo, han definido en cierto modo el rumbo del Valle de Guadalupe.

La arquitectura de D`Acosta y Turrent es terrenal. Su conexión con la naturaleza es algo implícito, y desde el exterior de sus proyectos uno siente un destello ancestral, como si el edificio hubiera estado desde el principio de los tiempos. Esa arquitectura sin arquitectos de la que hablaba Bernard Rudofsky.

Sus obras en el Valle de Guadalupe se han convertido en un sello local. Espacios como La escuelita o Paralelo ya son símbolos regionales. La escuelita recurre a la tierra, pero también a elementos poco usuales en la construcción como botellas o resortes de cama. Paralelo es un recinto donde reina la tranquilidad y cuya forma (una rampa gigante) busca la funcionalidad y la eficiencia. Todos estos sitios encierran un ambiente rústico, casi aborigen. Y su más reciente propuesta, Clos de Tres Cantos, no es la excepción.
Interior místico, casi religioso

Esta casa vitivinícola puede ser su creación más nueva, pero también la más fina. El emplazamiento se encuentra en el Rancho Santa Lucía, en pleno centro del Valle de Guadalupe. Desde la carretera se aprecian geometrías que a simple vista semejan a una pirámide. Conforme uno se acerca, las figuras comienzan a hacerse más claras, o eso parece. Porque las pirámides se convierten en casitas de piedra. Y además, lo que uno no sabe es que el inmueble en sí está enterrado y que lo que sobresale desde la superficie es solo el techo de la edificación. Una edificación que, según sus propietarios, María Benítez y Joaquín Moya, es “un lugar para la meditación y la transferencia del conocimiento”.

Detalles que parecen vernáculos